Durante el pasado fin de semana, la red social Twitter sorprendió al mostrar entre sus tendencias el nombre de Carlos Boloña, exministro de economía durante el mandato del fujimorismo. Esto debido a un tuit de su hija en donde intentaba enaltecer el rol de su padre en el “crecimiento” de la economía peruana. Por un lado se podían leer a los seguidores del fujimorismo celebrando el recuerdo de dicho personaje y, en el otro lado de la batalla que se armó, estaban quienes cuestionaban el trabajo que realizó en aquella época.

Por supuesto esta no es la primera vez que se lee a hijos de cuestionados personajes ligados a la política despiertan la indignación de los tuiteros. Carla García, hija del expresidente Alan García, se ha hecho conocida en esta red social por intentar defender al gobierno aprista alegando que hicieron obras que los usuarios no tardan en desmentir. Sin embargo, el argumento que más usan, y en el que se amparó la hija de Boloña, es el del crecimiento económico.

Al revisar los números, es claro que la economía nacional ha mostrado crecimiento durante las últimas décadas y se logró una inflación que fluctúa entre el 1 y 3 %. Ante ello es inevitable preguntarse por qué una economía estable y en crecimiento no pudo llevar a que la mayoría de peruanos viva en condiciones dignas. La pandemia que sigue golpeando al Perú ha demostrado el enorme porcentaje de la población que está dentro del sector informal con una economía que depende del día a día y sin derechos laborales, y esto, innegablemente, no es responsabilidad de un gobierno sino de toda una clase política que no ha propuesto cambios profundos en este aspecto.

Quienes han estado a cargo de la economía peruana han tenido resultados que en el papel parecen ser muy positivos porque han tenido un enfoque en el que marginan a la mayoría de la población y no tienen en cuenta sus necesidades ni conocen su realidad. Manejar la economía en favor de grupos de poder sin propuestas de cambios en el modelo económico que no ha dado los resultados que un país con tanta desigualdad demanda está lejos de ser un mérito.

De cara a las elecciones del próximo año y con un panorama tan complejo como el que dejará la pandemia, es fundamental que el sector economía tenga una visión mucho más amplia y no solo busque salvaguardar los intereses de grupos acaudalados esperando que la teoría del derrame permita que los sectores de menos recursos puedan salvarse. Pero quienes tuvieron bajo su responsabilidad la economía de todo el país tienen poco o nada de qué estar orgullosos y, aunque se entiende que sus familiares les pueden tener afecto, pretender contar una historia que no se ajusta a la realidad es una falta de respeto a la difícil situación que la mayoría de peruanos afronta desde hace décadas en un país con marcadas desigualdades.