Publicado: 2020-06-08
Han pasado más de ochenta días desde el comienzo de la cuarentena y el estado de emergencia, y la crisis para millones de peruanos no está únicamente en los saturados centros de salud sino en una economía que ha puesto a muchas personas en una situación vulnerable. Ante esta situación, Álvaro Campana, secretario general de Nuevo Perú, analiza los factores que agravaron la situación para el país y comenta la propuesta de la izquierda ante este difícil panorama.
- Durante las primeras semanas de cuarentena, el gobierno repetía que nos encontrábamos ante un virus democrático que afectaba a todos por igual. ¿Considera que actualmente se podría decir lo mismo?
- A estas alturas es evidente que no es así. La enfermedad ha desnudado las profundas diferencias sociales que hay en el país y hoy golea, más que nunca, a quienes menos tienen cómo sostener la cuarentena y se ven obligados a salir a la calle. Además, si se contagian, tienen un sistema de salud deteriorado e incapaz de atenderlos en medio de una sociedad donde la salud es un negocio y donde acatar la cuarentena es un privilegio de aquellos que tienen más dinero y pueden tener un trabajo estable al ser parte del Perú formal que es un sector muy pequeño. Como afirmó la filósofa Judith Butler, el Coronavirus muestra las desigualdades en término de clase, raza e incluso género.
- El gobierno parecía ser consciente de las desigualdades y anunció la entrega de bonos, ¿por qué este plan no tuvo el éxito esperado?
- No se terminó de asumir la gravedad de la situación. La idea fue focalizar la atención en los sectores más vulnerables que aparentemente eran minoría en la sociedad. Pero esta emergencia golpea a la mayoría de peruanos que no tienen ingresos al no salir a trabajar. Debió haberse aplicado un enfoque inverso. Desde la izquierda planteamos el bono universal y, ahora, la necesidad de una renta hasta que acabe la emergencia. Es un debate que se está planteando en muchos lugares del mundo. Un segundo factor ha sido las limitaciones del Estado peruano con el modelo neoliberal construido en los últimos años y que ni siquiera puede tener un padrón de la población. Se ha mostrado la exclusión de grandes sectores de la población por parte del sistema financiero. Además, no tenemos instituciones públicas que puedan garantizar en situaciones como esta la atención de la ciudadanía.
- Cuando la pandemia sea superar, y teniendo en cuenta la enorme cantidad de peruanos que están en una situación vulnerable, ¿se debería implementar la entrega de planes sociales como ocurre en países como Argentina?
- El Perú, antes de la pandemia, requería de reformas profundas. El crecimiento económico tal como ocurrió en las últimas décadas, hasta 2014 aproximadamente, mostraba limitaciones debido a la caída de los precios de las materias primas que hicieron posible ese crecimiento y la renta que esto generaba. Entonces, creo que sí es evidente que veníamos del agotamiento de un modelo económico y también de una forma de organización del estado que no da para más. Con la pandemia esta situación se acelera e incluso se profundiza. Entonces, son necesarias reformas de fondo en donde un criterio fundamental tiene que ser la universalización de los servicios que garanticen los derechos mínimos vitales para la población, como tener algún tipo de ingreso si uno no tiene un empleo y acceder a un seguro de salud y educación de calidad.
- ¿Qué tan factible es de realizar algo así en Perú?
- Son cosas que cualquier estado debería atender, pero por la ideología que ha permeado las políticas públicas en las últimas décadas se ha desatendido. Tengo la impresión que a las élites no les interesa eso. Quieren abrir sus negocios, seguir ganando. Según el investigador Bruno Seminario, estamos veinte veces peor que en 2008 cuando se produjo esta crisis financiera y la recuperación de la economía implicaría muchos años. Vamos a vivir una recesión muy profunda, va a faltar empleo y varios sectores de la población, de la clase media emergente, van a volver a la pobreza. Si no hay un sistema que permita una mejor distribución de la riqueza, otro rol del estado y otra perspectiva de cómo crecer económicamente, vamos a tener una situación muy grave en el país.
- ¿El sector privado en el Perú se ha posicionado como un enemigo de lo público?
- El sector privado ha apoyado al Estado mientras este ha defendido sus intereses. Pero no en términos de satisfacer las necesidades de la población. Nos han repetido que es el libre mercado el que distribuye de mejor manera los bienes y permite la generación de la riqueza. Pero en el Perú lo que hemos tenido a lo largo de los años es a un Estado que ha cumplido un rol de garante de la inversión con las consecuencias que vemos ahora, como la presencia de monopolios y el deterioro de los servicios públicos. Por ideología se oponen a que el estado tenga un rol más fuerte en salud, educación y economía en general.
- Así como se habla de una nueva convivencia para afrontar la pandemia, ¿se puede dar una nueva y mejor convivencia entre el sector público y privado?
- El sector privado debe cumplir un rol muy importante, pero lamentablemente la forma en que se ha planteado la relación en las últimas décadas ha sido con los grupos de poder económico capturando al Estado y poniéndolo a su servicio dejando indefensos a más del 70% de peruanos. Lo público ha perdido mucho peso y lo vemos en la concepción que tenemos de los servicios. Necesitamos una nueva relación donde la ciudadanía y la política recuperen el mando sobre la economía, que debe estar al servicio de la gente. La inversión privada tiene sentido si mejora las condiciones de vida de la población.
- A raíz de lo que se está viviendo con la pandemia y las expuestas falencias de la salud y educación pública, ¿se puede revalorizar a lo público llevando a que se mejore la inversión?
- Es evidente que necesitamos mejorar la educación y salud pública, pero tantos años de hegemonía de una forma de ver las cosas no lo hace sencillo. Ahora estamos viendo la debilidad de un tejido social y es una situación que abre grietas. No tendríamos que resignarnos y creer que cada uno debe resolver sus problemas. Al contrario, hay que convencer sobre la necesidad de fortalecer lo público.
- Teniendo en cuenta la crítica situación en que quedará un gran sector de la población y la poca eficacia de la clase política, ¿se podría vivir una situación similar a la de Chile durante las protestas del año pasado?
- Lo de Chile no fue automático. Ha sido el proceso de politización de la sociedad después de la dictadura. Se han dado luchas que han tenido un trabajo fuerte y líderes trabajando en proyectos políticos. En Perú hemos vivido un proceso en donde el malestar se procesa individualmente. Hemos visto explosiones sociales pero que no terminan de convertirse en una plataforma para una alternativa distinta. Igual, las movilizaciones sociales tienen algo de intempestivas, los tiempos se pueden acelerar. Pero no debemos pensar que el malestar por sí mismo va a generarlo. Implica un proceso de politización.
- ¿Cuál será el impacto de la pandemia en la sociedad peruana? ¿Se producirán cambios sociales?
- Estamos viviendo un momento en que se abren muchas posibilidades. Se podría llamar una bifurcación histórica, como pasó en los ochentas. Por lo que vemos, creo que lamentablemente pueden terminar ganando dinámicas negativas e incrementarse la desconfianza. El distanciamiento genera a una sociedad más desconfiada, se puede terminar apelando a salidas autoritarias por la necesidad de orden y algunos sectores justificarían prácticas antidemocráticas . Pero también está la posibilidad que se entienda la necesidad de lo público.