La noche del miércoles se conoció que el adolescente responsable del asesinato de una niña de cuatro años fue capturado por las autoridades. Como es lógico después de un crimen tan atroz, la mayoría de la población pide una condena ejemplar y que, pese a ser menor de edad, reciba una sanción que lo prive de su libertad por un largo tiempo. Si bien la necesidad de sanciones más duras a los feminicidios y violencia de género son una necesidad en el Perú, limitarse a las sanciones sería un grave error en la búsqueda de ponerle un alto a esta ola de violencia.

Pensando en un mejor futuro no solo se debe priorizar imponer castigos más severos sino formas de prevención. Para ello es indispensable que el Estado le de mayor importancia a la lucha contra la cultura machista que es responsable de estos casos de violencia contra la mujer que golpean tanto a nuestro país por estos días. 

Además, los cursos de educación sexual han demostrado, en los países que se aplica, ser de gran utilidad para que niños y niñas identifiquen situaciones de abuso y puedan denunciar. Del mismo modo, el enfoque de género es otra gran alternativa para romper con los estereotipos y roles de género que posicionan al hombre heterosexual en una posición de superioridad y, de aplicarse, se podría conseguir una sociedad en la que exista un mayor respeto por el otro.

Lamentablemente en el Perú, además de ser víctimas de esta ola de violencia, también se padece a los grupos religiosos y conservadores que se oponen a estas medidas y consideran que solo aumentando las penas se podrá cambiar este triste presente. Pero lo cierto es que, mientras no cambiemos la formación de nuestra sociedad, las condenas más severas solo llenarán las cárceles mientras los cementerios se seguirán llenando con las víctimas de estos sujetos.