Una vez más la parcialidad de la clase política y algunos miembros de la prensa ha sido expuesta. Tras conocerse es testimonio de un colaborador eficaz, según el cual el expresidente Ollanta Humala habría recibido entre dieciséis y dieciocho millones en coimas vinculadas al 'Club de la construcción', la reacción inmediata fue de asumirlas inmediatamente como válidas y hasta comentar con sorna la respuesta de la defensa del exmandatario.

La periodista Milagros Leiva publicó en su cuenta de Twitter: "No claro, lo criminal es lo que cuenta el colaborador, que le llevaba plata contante y sonante y que la coimisión habría sumado entre 16 y 18 millones de dólares. Por qué su mejor amigo lo traicionaría, solo porque está preso??Se puede inventar tanto? Y dónde estaría ese dinero??". No obstante, cuando las declaraciones de los colaboradores no favorecían a Alan García comentó lo siguiente: "Miguel Atala salvó a su hijo contando a fiscalía que el dinero de su cuenta de Andorra era en realidad para Alan García y que se lo entregó en cuotas. José Nava ya contó que su padre recibía dinero de Barata, ahora falta saber qué contará Luis Nava; cómo lo probarán? Eso falta".

No muy distinta ha sido la reacción de la clase política que parecía estar preparada para pedir que la justicia actúe con rapidez con respecto al caso de Humala. Este pedido no tendría nada de malo de no ser porque cuando Luis Nava declaró sobre las coimas que recibía Alan García o en aquella oportunidad que el sobrino de Jaime Yoshiyama se refirió al dinero ilícito que entraba a Fuerza Popular.

¿Qué hace que la versión de un colaborador eficaz sea incuestionable y con las otras exista una resistencia a aceptarlas? Venimos de décadas en donde es evidente que la corrupción como forma de proceder de políticos con empresarios solo se fortaleció y los presidentes y partidos con gran presencia en el congreso fueron cómplices de esto. Negarlo o querer que la justicia solo se fije en algunos impedirá que realmente se termine con este ciclo que solo ha diezmado la relación entre los peruanos y sus autoridades.