"Los pecados de unos..."
Existe una frase muy popular que dice "Los pecados de unos no hacen santos a otros" y no podría haber una forma de expresar mejor lo que se está viviendo por estos días en la política peruana. La reciente crisis en el gabinete que derivó en la salida de varios ministros parece haber dotado a los miembros del congreso disuelto de una superioridad moral que no tienen y no han tardado en pronunciarse tratando de dar a entender que los problemas del país se debe única y exclusivamente a la incapacidad del Ejecutivo.
Por supuesto este análisis oportunista no se puede interpretar de otra forma que no sea como una burla a la inteligencia y memoria del pueblo peruano. Es indiscutible que la gestión de Martín Vizcarra en la presidencia será recordada únicamente por el respaldo a la justicia cuando el fujiaprismo intentó amedrentarla en repetidas ocasiones, pero que en muchos otros aspectos ha quedado en deuda y, a la hora de elegir ministros, se equivocó en más de una oportunidad.
No obstante, aquellas falencias que ha tenido hasta la fecha ni cualquier otra que pueda tener hasta el final del su mandato borrará ni justificará las decadentes escenas de las que nuestro país fue testigo con la mayoría fujiaprista manejando el parlamento. El blindaje a Chávarry e Hinostroza, la comisión Bartra quitándole responsabilidad a Alan García y Keiko Fujimori en casos de corrupción, el fanatismo religioso cada vez que se veían temas relacionados a la educación, el mal uso de la inmunidad parlamentaria, el uso del dinero del país para contratar y financiar a los famosos 'fujitrolls' y ese vergonzoso momento cuando Pedro Olaechea hizo jurar a Mercedes Araoz como presidenta son recuerdos que los peruanos no olvidarán.
Si algo nos tienen que haber enseñado los últimos y convulsionados años de la política peruana es a no poner las manos al fuego por nadie. Pero también a no retornar ni forzar ese pensamiento autodestructivo de "el mal menor". Los errores de Martín Vizcarra deberán ser investigados y, si es culpable de algo ilícito, juzgados, pero no hacen santos a aquellos que a pulso se ganaron el repudio de los peruanos con sus acciones en el hemiciclo.