Con el mes de febrero también se dio iniciada la temporada escolar. Los padres y madres empiezan a recorrer las distintas librerias de la ciudad intentando adquirir todo aquello que les solicitan en las cada vez más extensas listas escolares. No obstante, los enormes gastos que antes se concentraban en el mes de febrero, por matrícula y compra de útiles y uniformes, ahora se extienden a todo el año escolar.

Según un informe del Grupo de Educación al Futuro (GEF), el 75 % de colegios privados elevarán sus pensiones durante este año. En un país en donde la educación pública ha sido abandonada, las instituciones educativas privadas significan un sacrificio enorme para las clases de menos recursos que anhelan con darle a sus hijos la posibilidad de estar preparados para seguir una carrera universitaria en el futuro y convertirse en profesionales. Por esta razón, el incremento de las pensiones, que se ha vuelto una costumbre de todos los años, no es otra cosa que un obstáculo para estos padres de familia.

Esta situación debería invitar a que se reflexione sobre el camino que está tomando la educación en el Perú. Porque el desinterés por mejorar la educación pública sumada a la libertad para que el sector privado haga de esta un negocio no está haciendo otra cosa que convertir a la educación en un privilegio.

En un país con tanta desigualdad, la protección del derecho a estudiar debería ser una prioridad. Lamentablemente, el  desmedido fanatismo por ceder ante el libre mercado y satisfacer al sector privado ha traído como una de sus tantas nefastas consecuencias ponerle más trabas a aquellos que intentan progresar y negarles algo que debería ser básico como lo es la educación.

La perspectiva del gobierno, tanto del actual como pasados, ha sido excesivamente favorable para empresarios pero ha descuidado la calidad de vida de la mayoría de peruanos que ha visto la manera en que derechos como la educación o salud se vuelven inaccesibles.