Constitución para el futuro
El ingreso al congreso de bancadas con objetivos no definidos ha desatado una gran incertidumbre en diferentes sectores de la población debido a los proyectos y cambios que se podrían producir. Uno de estos grupos es aquel que defiende a ultranza la constitución de 1993 y que ahora teme que los nuevos congresistas planteen hacerle cambios.
No obstante, y más allá de si agrupaciones políticas que ostentan el mayor número de parlamentarios como Acción Popular, Unidos Por el Perú o Frepap son las más preparadas para cambiar la Carta Magna del Perú, esa devoción casi religiosa a la Constitución del '93 debería ser un tema a reflexionar por la clase política y analistas que hasta ahora solo han intentado fomentar el miedo al cambio.
Las sociedades evolucionan y sus necesidades van cambiando. Es por ello que una nueva Constitución no debería generar ningún temor. El Perú de 1993 no es el mismo de 2020. Pretender que aquello que pudo funcionar en una época de crisis se deba mantener es tan absurdo como querer usar a los veinte años la ropa que se usaba a los doce.
Especialmente si tenemos en cuenta que la desigualdad en nuestro país no se ha podido combatir y que el centralismo sigue siendo un mal que no parece estar por solucionarse, un cambio sería positivo pensando en un Perú atento a las necesidades de todos sus habitantes.
El país no puede estar aferrado al pasado y, en una democraciala voluntad de la mayoría debería prevalecer. La clase política debería despojarse de sus fanatismos y considerar la opción de preguntarle al pueblo peruano, mediante un referéndum, si desea una nueva Constitución.