Que un colectivo de estudiantes de secundaria realice manifestaciones en defensa de la educación pública y reclame por más oportunidades para los adolescentes no es noticia si estuviésemos en Argentina o Chile. En estos países incluso se realizan elecciones en las que los estudiantes eligen a sus representantes que trabajarán en conjunto con los directivos de los colegios para mejorar el nivel de la educación.

Lamentablemente, la cultura apolítica que se apoderó de diversas generaciones en nuestro país logró que sean muy pocos los jóvenes activos en política y el panorama es peor si se habla del ámbito escolar. No obstante, hace algún tiempo surgió un colectivo llamado 'Secundaria Combativa'.

Estos escolares tienen entre sus principales reclamos la reducción del pasaje escolar, mejoras en la calidad educativa, lucha contra la desigualdad por género, libertad para los estudiantes que quieran manifestar su posición política, apoyo del Estado a quienes tienen talento en artes o deportes y la creación de una organización que los represente.

Sin embargo, lo que debería ser celebrado, parece haber despertado la incomodidad de quienes temen que se exponga la desigualdad y le temen a una juventud con voz. En el intento por silenciar a estos adolescentes están buscando la forma de vincularlos con agrupaciones terroristas. 

El 'terruqueo' a todo aquel que levante su voz ante las injusticias no debe ser permitido y menos cuando simplemente se trata de estudiantes que quieren participar activamente en la construcción de un país con más oportunidades.