En los primeros días del año, se conoció que Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva del Perú, fue reconocido como el Banquero Central de las Américas. Este premio otorgado por la revista The Banker ha llevado a que muchos economistas de la región alaben el trabajo de Velarde al mando del BCR y a la economía peruana.

No obstante, lo que podríamos estar presenciando es un paraíso económico envidiable, pero que no necesariamente refleja una economía ideal para un país sudamericano. Según la revista que premió a Velarde, la razón para destacar su trabajo fue la estabilidad económica que hoy muestran los indicadores. Sin embargo, debemos preguntarnos lo siguiente: ¿la economía peruana ayuda a que seamos un país con más oportunidades y mejor calidad de vida?

Aunque resulte difícil de creer, es posible que un país con gran desigualdad y un enorme sector de la población en la precariedad tenga una de las mejores economías del continente. Esto es lo que ocurre en nuestro país. La estabilidad económica y el crecimiento es una realidad para los sectores más acaudalados, los cuales están integrados por inversionistas y empresarios.

No obstante, la prioridad del país no puede estar centrada en satisfacer a este reducido y pudiente sector. El verdadero premio para el Perú debería reflejarse en la calidad de vida de la mayoría de peruanos. No se puede idealizar un paraíso económico para un grupo pequeño y difícil de acceder mientras el resto vive un infierno marcado por la explotación y precariedad.