El show no debe continuar
Cuando se piensa en el daño que el fujimorismo le ha hecho a la política peruana lo primero que se viene a la mente del ciudadano común es la palabra corrupción. Por supuesto, no es para menos si se tiene en cuenta que sus consecuencias se siguen viviendo luego de tres décadas después de la llegada de Alberto Fujimori al poder a inicios de los años noventa. Sin embargo, existe otra terrible consecuencia producto de esta agrupación política que ha resultado tan perjudicial como la corrupción y esa es la farandulización de la política.
Porque, si bien la política siempre tuvo elementos populistas que captaban la atención del publico y en más de una oportunidad evitaban que las campañas políticas se centren en temas trascendentales, con la expansión del fujimorismo también se volvió cada vez más común ver a la clase política recurrir a elementos propios de un show televisivo para ganar la simpatía de la población y con ello ocultar sus falencias como presidentes, congresistas o alcaldes.
Aunque ahora para el partido de Keiko Fujimori resulta muy alejado de la realidad pensar en un triunfo en las elecciones, esos elementos propios de un reality ahora los usan para presionar a la justicia. Durante la última semana se ha podido ver que Mark Vito, cónyuge de Keiko, anunció que realizaría una huelga de hambre y, unos días después, la defensa de la lideresa de Fuerza Popular presentó una carta escrita por la hija mayor de Keiko.
Este uso oportunista y perverso de una menor de edad y la supuesta huelga de hambre de Vito Villanella nos debe llevar a entender que una de las principales prioridades que debe tener la política peruana, al igual que la lucha contra la corrupción, es la recuperación de la seriedad. Espectáculos lamentables propios de la portada de los 'diarios chicha' de fines de los noventa o del programa de Laura Bozzo no deben reemplazar argumentos sólidos respaldados por pruebas contundentes.