El ambiente de tranquilidad que se respiraba, por lo menos en la capital, ha llegado a su fin. Luego que el Consejo de Minería ratificara la licencia de producción de Tía María, la tregua entre el gobierno y los arequipeños que se oponen a este proyecto minero ha terminado y el paso del tiempo parece no haber apaciguado el rechazo que genera la minería en esta región.

Como ocurrió cuando el tema fue noticia por primera vez aparecieron opiniones a favor y en contra de esta decisión del Consejo de Minería. Quienes apoyan a Southern, la empresa encargada de Tía María, sostienen que no existe riesgo ambiental y que además generará empleos. Mientras que los críticos de este proyecto presentan evidencias para demostrar que la minería en otras regiones sí ha causado daños al medio ambiente que han puesto en grave peligro a la población y que los puestos de empleo que se crearán durarán un periodo muy corto.

No obstante, hasta ahora se ha buscado la opinión, a favor y en contra, de diferentes especialistas en minería e impacto ambiental pero se ha pasado por alto la opinión que más debería importar, la de los habitantes de esa región. Son ellos quienes gozarán o padecerán los efectos del proyecto minero en cuestión y es su posición la que debería ser determinante incluso por encima de cualquier licencia que Southern pueda haber obtenido

Así como se apostó por un referéndum el año pasado para que seamos los peruanos quienes decidamos si se debía apostar por la bicameralidad o si la reelección de congresistas debería continuar, se debería de aplicar esta misma herramienta democrática para definir el futuro del proyecto Tía María. Que la decisión final la tengan los que afectarán directamente y no los empresarios que viven en Lima es lo más justo.