Como se preveía desde las elecciones primarias, el candidato peronista, Alberto Fernández, ganó las elecciones en Argentina este domingo con casi el 50% de votos a su favor y evitó que Mauricio Macri consiga la reelección. Esto ha generado reacciones oportunistas de algunos mandatarios de la región como Nicolás Maduro que intentó hacer suyo el indiscutible triunfo del Kirchnerismo y del presidente ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro, quien ni ha querido felicitar el triunfo de Fernández y hasta se animó a cuestionar el criterio de los argentinos al elegir.

Sin embargo, este nueva oportunidad y renovada confianza en el peronismo que representa la fórmula integrada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner que hasta les permitió ganar la gobernación de la provincia de Buenos Aires con su candidato Axel Kicillof no se debe a una corriente 'castrochavista' como los seguidores y detractores del régimen venezolano quieren hacer creer.

Para quienes se encuentran en el sector socioeconómico privilegiado y en los grupos políticos de poder coludidos con el empresariado es sencillo juzgar el voto de la mayoría probablemente por miedo al ver tambalear su lugar en la sociedad y terminan calificando de populista a un gobierno que en realidad la palabra debería ser popular.

Quizá lo que debería hacer la clase política de la región, esa que tiene mayor simpatía por el neoliberalismo y que cada vez viene perdiendo más terreno ya sea mediante elecciones como en Argentina o por manifestaciones multitudinarias como en Chile, es replantearse la aplicación de su modelo económico. Lo que en un momento parecía ser el resurgimiento de la derecha sudamericana con Macri, Piñera, Bolsonaro y Duque finalmente no se concretó y hoy el continente presiona por gobiernos que se enfoquen más en el progreso de todos y no solo de una élite esperando que esta luego traiga prosperidad al resto.