Cuando el pueblo despertó
Nadie nos quiso ayudar de verdad, fragmento del tema de Los Prisioneros 'El baile de los que sobran', resonaba este viernes en las principales avenidas chilenas y es también el mensaje que los más de un millón de participantes de la que fue denominada como 'La marcha más grande de Chile' intentaban darle a su clase política que luego de años de abandono fracasó en su intento de silenciarlos con represión y al mundo que hoy mira con sorpresa la realidad que se escondía detrás de una careta que buscaba poner a Chile como el indiscutible triunfo del neoliberalismo en Sudamérica.
La multitudinaria manifestación, en lo que fue el séptimo día consecutivo de protestas en el país del sur, no tenía como objetivo destruir a un partido político ni enaltecer a otro. Lo que el pueblo chileno reclamó fue un cambio de modelo económico y, aunque a algunos economistas y políticos lo pretendan negar alegando que se trata de infiltrados 'castrochavistas' , si tantas personas muestran una voluntad inquebrantable en sus reclamos es innegable que en este modelo existen fallas.
Hasta dónde la paranoia que un sector de las clases políticas y empresariales que están en los grupos de poder en el continente y tildan de socialismo, y hasta castrochavismo, todo aquello que busque combatir la desigualdad o evite que el sector privado acapare áreas claves como salud o educación puede ser más importante que el bienestar de la mayoría. Pareciera que olvidaron que la lealtad del estado debe estar con toda la gente y no con un grupo acaudalado, que encima es una minoría con un sinnúmero de privilegios.
Lamentablemente algunos sectores seguirán negando la crisis. Por ejemplo, en nuestro país, la presidenta de Confiep no tardó en publicar a través de sus redes sociales un artículo que le quitaba culpa al modelo económico de los problemas que atraviesa Chile por estos días.
“Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, fueron las palabras del expresidente Salvador Allende en su hora más crítica y este viernes parecieron haberse hecho realidad tanto en las calles de Chile como en el resto de Sudamérica en el corazón del pueblo que se llenó de esperanza al ver que una sociedad unida y en las calles podía lograr cambios y ponerle un alto al abuso y la injusticia.