Hay un país en Sudamérica que cada día amanece con más militares reprimiendo en las calles, en donde hay más de diez personas que perdieron la vida, que viene censurando las cuentas en redes sociales que le muestran al mundo los abusos y cuyo presidente parece dispuesto a desatar una ola de violencia propia de las peores dictaduras con tal de no perder la presidencia. En esta oportunidad no es el caso de Venezuela sino el de Chile.

Como en los episodios más oscuros en la historia del país del sur cuando en el gobierno se encontraba el dictador Augusto Pinochet, hoy Chile vive una guerra que el actual presidente Sebastián Piñera le ha declarado a sus compatriotas. En cada oportunidad que el mandatario ha estado frente a las cámaras justificó sus acciones alegando que se trata de una defensa de la democracia y de Chile. Sin embargo, hasta dónde se está realmente defendiendo a un país si a quien se ataca es a quienes lo habitan. En especial si se tiene en cuenta que cada día son más las personas que se suman a las movilizaciones contra el gobierno y su modelo económico.

No es tarde para que el gobierno de Piñera entienda que una verdadera defensa de la democracia sería respetar el sentir de los chilenos que siguen copando las calles y no defender a cualquier costo a la élite que se vio beneficiada por sus políticas que se enfocaron en privilegiar al sector privado sacrificando el bienestar de la mayoría.

Lamentablemente la represión que hoy vemos en Chile está recibiendo un silencio cómplice del resto de países del continente. En Argentina, la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, calificó como una "insurrección cuasi terrorista" las manifestaciones y el resto de Sudamérica permanece indiferente mientras Chile se desangra por culpa de un gobierno represor.

Aunque la lección que debe dejar este triste episodio en la historia chilena y de Sudamérica es que ningún pueblo permanece oprimido para siempre. Ni por un invasor ni por una élite. En esta historia hay un solo lado del que se puede estar y ese es el del pueblo chileno, los verdaderos dueños y defensores de su país.