No, no es una columna de opinión dirigida únicamente a 'rojetes' o 'caviares'. Aunque el hecho de tener que aclararlo justifica la motivación para escribir estas líneas. Porque luego de tres años, que en realidad fueron más pero en estos últimos con más intensidad, de escuchar al fujiaprismo, parte de la derecha, el empresariado y algunos comunicadores menospreciar y difamar a los partidos de izquierda (Nuevo Perú y Frente Amplio) pretendiendo reducirlos a representantes del gobierno de Nicolás Maduro y relacionarlos con los repudiables grupos terroristas era casi inevitable que la opinión pública padezca los efectos de ese bombardeo de desinformación y desarrolle anticuerpos a los congresistas de izquierda.

Sin embargo, en los últimos días del congreso ahora disuelto fueron precisamente los parlamentarios de Nuevo Perú y Frente Amplio quienes se encargaron de hacer posible que en el hemiciclo se vuelva a escuchar la voz del pueblo. Porque, mientras que Pedro Olaechea y el resto del fujiaprismo intentaba construir un muro de concreto entre el Legislativo y el pueblo peruano para poder seguir actuando acorde a las prioridades de su corrompida clase política y dejando de lado su deber como representantes de los intereses de los peruanos, eran las voces de Indira Huilca, Marisa Glave, Marco Arana y sus compañeros quienes no temían en enfrentarse a la mafia que venía abusando del poder que les otorgaba el cargo de congresistas y pretendía capturar el Tribunal Constitucional.

¿Significa esto que todos debemos ser de izquierda y solo ellos nos pueden representar? Claro que no! Un país verdaderamente democrático debe tener un congreso que represente los intereses de todas las ideologías políticas. Pero sí significa que es momento de dejar en el pasado los prejuicios que el fujiaprismo junto a sus aliados instalaron con respecto a los políticos de izquierda y entender que quienes representan este punto de vista tienen mucho que aportar en la búsqueda del bienestar de la mayoría de peruanos.

Quizá no de la mejor manera, pues una crisis nunca es el mejor escenario, pero el Perú está de cara a una magnífica oportunidad para realizar una verdadera renovación política que lamentablemente no se pudo concretar a inicios del nuevo milenio. Los peruanos no debemos desaprovechar esta oportunidad y los únicos marginados de este recambio deben ser los antiderechos y aquellos que llevan la bandera de la corrupción. Pero, en un país que sigue cayendo en la centralización y muchas veces se deja seducir por algunos desmedidos requisitos de los capitales extranjeros, la voz de la izquierda se hace necesaria y nos vuelve un poco más democráticos y, si alguien todavía duda del compromiso que pueden tener con el Perú, no olviden aquella tarde del 30 de setiembre cuando, interrumpiendo la sesión del parlamento en que se buscaba secuestrar el TC y flameando la bandera, la izquierda te representó.