Recuperando el Perú
En un país ideal el cierre del parlamento causaría desconcierto y hasta pánico en la población. Sin embargo, el trabajo de nuestros ahora excongresistas fue tan ineficiente y carente de moral que en Perú reina un clima alegría, tranquilidad y confianza. Apenas Martín Vizcarra anunció la disolución del congreso, las calles de diversas ciudades se llenaron de peruanos lo que se percibe como el fin de una clase política que hasta el último día legisló de espaldas al pueblo.
Paradójicamente, mientras los integrantes del congreso disuelto exclamaban ¡dictadura! o ¡golpe de estado! ante cada micrófono que se les ponía delante, la mayoría de peruanos sentía que ese 30 de setiembre de 2019 se estaba librando de la dictadura de un parlamento que los subestimó hasta el último día y que constantemente pretendía ahogar sus reclamos.
Pero este no solo ha sido el final de la carrera política de aquellos que ocuparon un curul en el hemiciclo. Este también fue el cierre de una clase política compuesta por empresarios, constitucionalistas, excongresistas, politólogos y hasta comunicadores que constantemente buscaban justificar las acciones de los congresistas.
Ahora, con la misma alegría que se celebró el final de un ciclo nefasto protagonizado por el fujiaprismo, el pueblo peruano debe encarar las elecciones del mes de enero para tener un congreso que realmente represente las necesidades del país y se construya un país sin los traidores y corruptos que integraban y defendían al fujiaprismo.