Morir en silencio
El pasado fin de semana, México fue testigo de una multitudinaria manifestación feminista. Como era de esperarse, un evento de tal magnitud no podía pasar desapercibido en los medios de comunicación del país de norte de América y las imágenes no tardaron en propagarse a nivel mundial.
No faltaron personas indignadas que le pedían a las autoridades hacer algo al respecto, otros indicaban que estaban ante una especie de fascismo y algunos no podían creer que eran testigos algo así. Lamentablemente, estas expresiones no se referían a los interminables feminicidios ni a la conductas machistas sino al movimiento feminista.
Si las autoridades optan por minimizar los casos de violencia de género cuando las mujeres acuden en búsqueda de ayuda y las intentan persuadir de poner una denuncia, si preguntarle a la mujer qué hizo para que le peguen se ha vuelto una pregunta común cuando se tratan estos temas, si representantes de los grupos conservadores están tan desconectados de la realidad que creen que con poner una denuncia basta, ¿esperan que una manifestación al respecto se haga en silencio e intentando no llamar la atención y se resignen a morir en silencio?
Aunque cueste aceptar, estamos ante una realidad en que preocupa más por preservar un monumento que por frenar la violencia de género. Pareciera que incomoda más ver una pared manchada con pintura tras una manifestación que una sociedad manchada con la sangre de las miles de mujeres que siguen muriendo