Votos benditos
La participación de la religión en política es una realidad que abarca a casi todos los países y viene ocurriendo desde hace muchos años. Sin embargo, en la última década hay un grupo que viene tomando mayor poder por la cantidad de gente que congrega. Por supuesto estamos hablando de los grupos evangélicos que cada vez tienen mayor influencia en la política de Latinoamérica.
Ejemplo de ello es lo ocurrido duranta la última campaña presidencial en Brasil. En este país, el actual presidente, Jair Bolsonaro, le debió gran parte de su victoria al apoyo de la iglesia evangélica que abiertamente invocaba a sus feligreses a votar por el candidato de ultraderecha. Pero, y pese a su triunfo, esto no sería suficiente y lo que ahora pretenden los líderes evangélicos es dejar de trabajar en alianza con partidos políticos y formar uno propio.
En Argentina la situación no es muy diferente. El periodista argentino Jorge Lanata presentó recientemente en su programa un informe con respecto al avance de la religión evangélica en la política de su país y este ha sido de tal magnitud que en las elecciones provinciales han obtenido una considerable cantidad de votos incluso por encima de partidos históricos.
Sin embargo, estos partidos manejados por la religión tienen una forma distinta de hacer campaña. En lugar de invertir en mítines ofrecen servicios a sectores descuidados por el Estado y a cambio les piden escuchar a sus pastores para ir creando una relación de confianza, forma de operar que hace varios años vienen aplicando en el Perú.
Esto no debería ser un problema de no ser porque las principales ideas que estos grupos defienden van en contra de la lucha por la igualdad. Para estos partidos-iglesias atacar el enfoque de género, evitar que la comunidad LGTBI adquiera los mismos derechos que una persona heterosexual y restarle importancia a los peligros del machismo son sus prioridades. Sin duda son un fenómeno que va en crecimiento y que en 2021 buscará aprovechar el recambio en política para ganar más terreno.