Este último fin de semana un programa dominical se animó a tocar una verdad incómoda que la sociedad peruana ha evitado abordar pese a que convive con nosotros desde hace décadas. Las clínicas clandestinas en las que se realizan abortos representan un problema que ni los políticos ni la mayoría de la población están dispuestos a solucionar pese al riesgo que suponen para miles de mujeres.

En nuestro país el aborto es legal cuando la mujer ha sido víctima de una violación pero la influencia de grupos ultraconservadores ha hecho que hasta bajo esa terrible circunstancia sea difícil que en los hospitales o clínicas se hable de esa posibilidad. Esto lleva a que muchas mujeres prefieran recurrir directamente a las clínicas clandestinas en donde las posibilidades de contraer una infección son muy altas y, por lo mismo que no se trata de un centro de salud convencional, nadie se hará cargo en caso de una complicación durante el procedimiento.

No obstante, cuando se discuta sobre la legalización del aborto, tema que debería ser de los más importantes durante la campaña electoral de 2021, se debe llevar a cabo entendiendo que se trata de un asunto de salud pública y no bajo la influencia de un pensamiento religioso. Principalmente porque el aborto no sería una obligación para ninguna mujer sino una opción para aquellas que lo deseen.

Por el momento existe mucha ignorancia al respecto y muchos peruanos eligen vivir de espaldas a la realidad creyendo que somos un país moralista por no legalizar el aborto. Mientras tanto, miles de mujeres se seguirán encontrando acorraladas entre clínicas que las ponen en peligro y una sociedad que les quiere imponer la maternidad.