Peruano anticorrupción
"Personas como usted nos avergüenzan, señor", fueron las palabras de un joven hacia el congresista de Fuerza Popular, Moisés Mamani, durante su viaje a Puno. Los reclamos de ese joven, y de todos aquellos que se encontraban cerca y se sumaron al reclamo, expresan el sentir de todo un país y son la prueba irrefutable que el resultado de las encuestas que señalan que más del 80% del país desaprueba al Congreso representan la realidad.
Sin embargo, de esta escena que ocurrió en Puno hay mucho para rescatar. Principalmente la actitud de ese joven que se animó a increpar al parlamentario sin recurrir a la agresión física. Este tipo de reclamos deberían ser más comunes en nuestro pais porque, por si alguno lo ha olvidado, los congresistas y cualquier persona que ejerce un cargo público tienen la obligación de rendirle cuentas a todos los peruanos. Quizá beneficios como la inmunidad ha hecho que se sientan superiores pero la realidad es que su trabajo no es para una entidad privada ni le deben explicaciones a un jefe sino a los más de treinta millones peruanos hayan votado por él o no.
Si este tipo de reclamos no violentos fueran más comunes probablemente nuestra clase política tendría más respeto por los peruanos porque sabrían que hay un pueblo que permanece vigilante y seguramente lo pensarían dos veces antes de faltarle el respeto al país con discursos alejados de la realidad como los que suele tener el fujiaprismo. Lamentablemente los congresistas más poderosos y líderes de partidos políticos se mueven en un círculo de la alta sociedad y los peruanos que se encuentran ahí prefieren no hacer ese tipo de reclamos públicos por temor al qué dirán.
No obstante, debemos recordar que cuando los congresistas juramentan aceptan que, de no cumplir con sus deberes, que Dios y la Patria se lo demanden. Es parte de nuestro derecho hacerlo y en cierta forma es nuestra responsabilidad si queremos luchar desde nuestro lugar contra los corruptos y quienes los blindan.