El colegio que necesitamos
Este jueves se realizó la interpelación a Flor Pablo, ministra de Educación, y las preguntas que el desinformado congreso le planteó fueron una muestra más de lo difícil que es intentar mejorar la educación en el Perú. Al escuchar los reclamos de los congresistas, que muchos padres comparten, queda como interrogante ¿Qué clase de colegios quieren los padres?
Porque lo que se puede concluir del descontento que ha provocado la aplicación del enfoque de género en los grupos de fanáticos religiosos y conservadores es que hay un sector de la población que pretende convertir los colegios en lugares donde se castigue la libertad, el juicio crítico y autonomía. Pareciera que estos padres pretenden que sus hijos vayan a las instituciones educativas para memorizar fechas, aprender operaciones matemáticas y nada más. Les aterra pensar que sus hijos desarrollen su personalidad en lugar de imitar al padre o madre.
Las épocas de las familias autoritarias en que el padre era incuestionable y la madre junto con los hijos le debían tener miedo afortunadamente ha terminado o al menos está en extinción. Es por ello que los colegios con patrones de reclusorios deben cambiar sus formas y alentar a los niños y niñas a desarrollarse como seres autónomos y respetando la autonomía de quienes los rodean entendiendo que la orientación sexual, género, raza o clase social no hacen menos a nadie.
Los colegios que necesitamos no deben limitarse a enseñar fechas importantes de la historia sino que deben alentar a que el alumno analice lo que ocurrió, la educación religiosa debe abarcar las principales religiones del mundo y no como un intento de reclutar para un bando sino como cultura general y sí se debe enseñar a valorar y respetar la diversidad.
Los niños y jóvenes son el futuro del Perú y quizá hasta la fecha no nos ha ido tan bien porque perdimos desde la infancia la capacidad de cuestionar y nos limitamos a repetir la historia que encontramos y encajar en un modelo errado.