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Negocio bíblico

Publicado: 2019-05-16

Hace algunas semanas la educación peruana volvió a ser atacada por la agrupación llamada Con mis hijos no te metas. En esta oportunidad los eslóganes que usaron mostraron que a este movimiento liderado por fanáticos religiosos no le interesa dialogar ni velar por los mejores intereses de los escolares sino que pretenden crear pánico en la población mintiendo con respecto a lo que significa la aplicación del enfoque de género. 

La solución a corto plazo es que el gobierno se mantenga firme en su decisión de brindar una educación con enfoque de género. Sin embargo, la manera en que los seguidores de diversas iglesias creen inmediatamente el mensaje de sus líderes sin cuestionar sus fuentes ni pedir argumentos y su predisposición para colaborar en la difusión de mentiras debe ser un tema que preocupe al Estado debido al peligro que representa.

La razón por la que los integrantes de estos grupos creen, sin cuestionamiento alguno, en el mensaje de sus líderes religiosos y desconfían del gobierno es porque las iglesias han pasado a llenar los vacíos que el Estado deja en las zonas de mayor pobreza. La religión maneja presupuestos millonarios y les ofrece educación, campañas de salud y diversos tipos de talleres de capacitación a cambio de asistir a ceremonias en las que se aprovechan de la vulnerabilidad de personas que por primera vez se sienten protegidos.

Lamentablemente, en lugar de valorar la confianza que las personas necesitadas tienen en ellos, las iglesias buscan acentuar su ignorancia con respecto a temas como la homosexualidad o fomentan y avalan el pensamiento machista. Además, los usan para difundir mensajes que perjudican el progreso de la sociedad.

Por ello, la mejor forma de combatir el multimillonario pero perjudicial negocio que han formado las iglesias es incrementando la presencia del Estado y haciendo que ningún peruano se sienta ignorado. Hoy las iglesias son una amenaza para la educación pero mañana podrían ser más ambiciosos y tener objetivos políticos con candidatura propia o haciendo campaña para algún partido que seguramente estará lejos de buscar un país inclusivo y con menos prejuicios.


Escrito por

Cristian Rebosio

25 años / Comunicador / Lima, Perú / Twitter: @crebosio95


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